El de Júpiter ya perdió sus flores y las vecinas begonias le prestan el colorete, gracias tías.
Alguien no sabía qué hacer con un calcetín abandonado y lo colgó, metamorfoseado en bicho negro trepador.
El busto de Cervantes me saluda, ya son años, amiga paseante, algún sabio malandrín metamorfoseó tu calcetín, huy, rimas no, que el cielo no me dio la gracia.
Hojas secas, muchas, para desesperación de barrenderos y regocijo de críos.
El cartelito sigue contando que por aquí debajo corría el agua, con un ojo puesto en los vandalizadores con rotulador.
Pasó noviembre por la mitad.
A ver qué escribo con la foto "estilizada', cosas de domingo por la mañana, después del desayuno y liar croquetas.
Ya ve, Sor Austringiliana, coloretes con calcetín. Y Cervantes. .
María Ángeles Merino
Escuchamos la mañana de Grieg.
Cervantes siempre aparece, lo busquemos o no, lo queramos o no. Siempre.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Ahí está siempre, el Quijote no nos abandona nunca.
ResponderEliminarSaludos, J.
Un árbol de otoño y begonias de primavera, miran un calcetín.
ResponderEliminarA lo lejos Cervantes observa y piensa, en el agua que se desbordó, mientras noviembre, sigue adelante en su curso vital, con esos instantes que no se detienen.
Besos
El dueño del calcetín se debió ahogar en un mar de hojas secas. Cosas del otoño, tan hermoso por otro lado.
ResponderEliminarBesos