Un brillo de flor recien estrenada. El sol de la mañana de febrero da sobre los ranúnculos, "son como margaritas todo amarillo" dice una niña a mi lado.
Mira, ranúnculos o ficarias, ahora todo lo resuelve el aparatejo que llevo en las manos. El "Lens" lo apunta, lo apunto yo, que no se me olvide, que se me olvidará.
Unas flores que me sirven como "heraldo de primavera", a la mitad de febrero, "febrerillo loco que sacó a su padre al sol y luego lo apedreó".
Que no nos apedree, que de locos estamos sobrados, leo el periódico y el suplemento.
Rosa Montero comienza su artículo:
"A veces los pueblos eligen esa peculiar forma de suicidio que es la ignorancia".
Juan José Millás titula el suyo: "Dirigidos por un diablo".
Y leo en la columna de Manuel Vicent: "Cuándo la raza humana desaparezca de la Tierra, se oirá por todo el mundo...a todos los animales del planeta gritando cada uno en su lengua: ¡albricias!"
Mejor, miramos las flores amarillas.¡Albricias!
Ya ve, Sor Austringiliana, en el Paseo de la Isla. 16 de febrero.
María Ángeles Merino