Pues sí, hay ranas en la charca debajo del Puente de San Pablo, el de las estatuas cidianas. Un poco más allá de Sisebuto, abad de Cardeña, el Arlanzón forma una charquita donde chapotean, o chapoteaban, algunas ranas. La cámara de mi móvil las sorprendió hace dos años y fueron a mi blog para la entrada "Santiago y Santa Ana, o pez o rana".
Hace poco, una persona muy enterada, me comentaba que las ranas desaparecieron de las orillas del Arlanzón y no por la contaminación sino por los depredadores, nutrias y visones, que se las zampan como tapa; pero esta mañana allí seguían, pululaban los renacuajos. Es una alegría, la presencia de ranas habla de aguas limpias.
Desde el puente mi vista no alcanzaba a verlas, bajé a la orilla y pude ver a las diminutas crías de las ranas, como pececillos inquietos, sí ya sé que son anfibios.También mosquitos que pican pican.
La curiosidad por las ranas me permitió contemplar los ojos del puente desde otra perspectiva. Me llamó la atención el retrato de una mujer, un tanto faraónica, bajo un arco y un cartel que advertía de la presencia de cristales.
Un lugar ideal para pasear en una mañana soleada, con una temperatura de 23 grados, la justa, con perro o sin perro, siempre que no haya cristales. Afortunadamente un empleado municipal los estaba quitando.
Dejo ese paseo por la orilla izquierda, río arriba, para otro día. Hoy como siempre, del Espolón a la Isla. Siempre lo mismo, siempre distinto.
Como música podemos escuchar, incluso cantar en un macarrónico inglés.
Imaginamos una charca de ranas como la que nos ofrece Paul McCartney, en "Rupert the frog song".
Imaginación e impulso de escribir. Ya ve, Sor Austringiliana, todo porque hoy es Santiago y el refrán dice: "Santiago y Santa Ana, o pez o rana".
¿Y por qué cuento yo estas cosas? ¿Hay alguien ahí?
María Ángeles Merino