Ayer paseaba junto a un parque infantil solitario, embozada con mascarilla, no fuera a complicarse con el frío el catarro tontorro que acabo de pasar. Los pocos paseantes de la Isla se apartan, cielos, ante una mujer enmascarillada.
Fue un paseo interesante, encontré a quien no veía hace tiempo, y eché un vistazo al libro que acababa de comprar: "Mendizábal", episodio galdosiano, veintidós, tercera serie. Acabé con el de la boina, "Zumalacárregui", otro que tal, cuánta sangre y crueldad por otro Dios, otra patria y otro rey.
¿Quién era aquel Mendizábal tan denostado por desamortizador? Si me ve un cura de los que pasan por aquí, como escarpias se le ponen. El de la portada encajaba con el alcalde gigantillo, al menos en la vestimenta. Lo coloqué para la foto, son de un tiempo, pero no es el susodicho, es un tal Vicente Blasco García, vaya...
Ay, el siglo XIX, un tiempo que prepara este otro que estamos viviendo. Ahora a las desamortizaciones las llaman privatizaciones. Y las carlistas no fueron sino guerras civiles.
Leo:
" -¿Qué le parece usted, amigo don Fernando?- dijo Hillo-. ¿Nos cumplirá ese señor Mendizábal todo lo que ha prometido? Porque ya ve usted si ha venido con ínfulas. Que acabará la guerra carlista en seis meses, y que para entonces no veremos un faccioso ni buscándolo con candil. Que pondrá término a la anarquía, cortando el revesino a todas las Juntas. Que arreglará la Hacienda, y pronto rebosarán las arcas del Tesoro. Que hará de la España una nación tan grande y poderosa como la Inglaterra, y seremos todos felices, y nos atracaremos de libertad y orden, de pan y trabajo, de buenas leyes, justicia, religión, libertad de imprenta, luces, ciencia, y, en fin, de todo aquello que ahora no comemos ni hemos comido nunca."
Mucho prometía, ya sabemos lo que hubo. Y para lo que no sabemos, tenemos los libros de Historia. Sí, también en los canalículos de Internet, Sor Austringiliana.
Sigo paseando y leyendo. Y parece ser que empezamos el Club de Lectura.
María Ángeles Merino