Leo El desayuno de Luis Alberto de Cuenca y a mi hermano le inspira:
Me gusta cuando te veo en los espejos profundos de los remansos de mi río.
Tus largos cabellos de onduladas aguas de plata atrapan mi mirar y deseo.
Cada mañana tu boca de oro se alza e inicia el mágico canto.
mis manos se juntan no para salmodias ni plegarias, sino para entrar en tus adentros.
Mi cuerpo se inclina como lascivo amante que te busca para tomarte.
Y tú pícaramente en un beso húmedo y frío entre los dedos serpenteando te evades
Me gusta cuando el aire enreda y se esconde en mi, tu canto.
En el no tenerte eres mucho más mía.
Te busco y te encuentro cuando se aquietan las aguas y el violeta del cielo, reclama la infinita noche.
Te alejas y todo comienza,el aire se espesa bajo el peso de la luna,apenas pudiendo sostenerla.
Amenazando en quebrar el cielo y en dos quedar abierto.
Tú presencia y tú ausencia como cariátides sostienen el templo del incierto destino.
Y no dejo de tenerte mientras mi voz de blanca luz se instala en tu alma,haciéndola redonda gigante y llena.
El horizonte ya quebrado se tiñe del rojo beso de tus labios arrastrando tú boca a la mía.
Iniciándose cada día en la magia de la ausencia y el no tenerte,
eres más mucho más mía.
(Agustín Merino)