Ángeles Caso recrea así la pasión de escribir de las hermanas Brönte, tal vez semejante a la que ella misma sintió y siente:
"Escribir era sin duda un acto egoísta, un ansía que llegaba a convertirse en una obsesión, emponzoñando el resto del tiempo, esparciendo el veneno de su totalitario anhelo sobre todas las horas que las obligaciones de la casa, las necesidades comunes o las responsabilidades hacia los demás les robaban a los momentos de la creación, tan intensos para cada una de ellas, tan aislados del mundo y llenos de placer y dolor, como el énfasis de una mística."
(Página 71. Ángeles Caso. Todo ese fuego.)
Eran, son, Charlotte, Emily y Anne. Nada como escribir, las tres y junto al fuego, tras las tareas domésticas y los paseos por el páramo. Así las imaginamos: tres chicas raras del XIX, las hijas del vicario, pobres y feas, con la miel y el veneno de la cultura.
A pesar de las ausencias familiares, la muerte prematura que las persigue, el recuerdo del internado infernal, el hermano varón adicto al opio, los empleos humillantes en casas ricas, algún amor imposible, la falta de horizontes...
Ángeles Caso se documenta a fondo y se instala con ellas junto al fuego, fuera el páramo con el viento que aúlla. "Todo ese fuego", de escritora a escritoras, no estamos ante una biografía ni novela histórica al uso.
Ya ve, Sor Austringiliana, vivían en una casa parroquial, junto a un cementerio y un arroyo de aguas infectas.
María Ángeles Merino
https://es.wikipedia.org/wiki/Familia_Bront%C3%AB
Esas mujeres siguen dando que hablar, desde luego.
ResponderEliminarTienen mucha cuerda todavía. Chicas raras.
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