Y el 28 de junio me paseé por la Gran Vía madrileña, sin salir de Burgos. Eran fiestas y me apunté a las que podían cuadrar más a mis gustos, poco amigos de la algarabía. La JOSBU dirigida por Pedro Bartolomé y el Orfeón Burgalés, me pareció perfecto, vamos allá, al Teatro Principal.
La Gran Vía, una zarzuela muy conocida, quien más quien menos ha tarareado alguna vez eso de "pobre chica la que tiene que servir" o "yo soy el rata primero y yo el segundo y yo el tercero". Lo que no había pensado yo era que una zarzuela pudiera tener su contenido de crítica y lo tiene.
Refleja la inquietud del pueblo de Madrid ante el primer proyecto de construir la Gran Vía, algo que no cuajó hasta muchos años más tarde.
Las calles más implicadas son personificadas en mujeres del pueblo que se quejan de su situación, indefensas ante una "municipalidad" ávida de comer manzanas...de casas, con la expropiación y el derribo en mano.
Los cuadros de Menegilda, doña Virtudes y los Ratas inciden en la situación menesterosa de las clases populares, no justifican la delincuencia pero la muestran de una manera simpática; algo que llamó la atención en el extranjero, dicen que al mismísimo Nietzsche, sí, aquel filósofo que era la alegría de la huerta.
La representación gustó, el público agradece mucho lo que puede tararear por lo bajinis, y al final se cantó el Himno a Burgos, que para algo eran fiestas.
Y hablando de "municipalidad"... Antes de entrar, habíamos coincidido, junto a a la puerta del teatro, con una manifestación en contra de la recién estrenada "municipalidad". Pasaba por allí la novísima alcaldesa, Cristina Ayala, que se llevó la bronca por haber retirado la bandera LGTBI de la fachada municipal. Yo también me sentí indignada con la "municipalidad", ahora diríamos ayuntamiento.
Te va en el sueldo, Cristina. Pobre chica la que tiene que servir.
Que no nos coman las manzanas...ni los arcos iris.
Ya ve, Sor Austringiliana, nunca faltaron problemas.
María Ángeles Merino
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