Es Palacios de Benaver, un pequeño pueblo del páramo burgalés.
El verde drapeado de amarillo envuelve al pequeño río Ruyales, ru ru ru. Lleva poca agua pero el silencio ayuda a escuchar su canción, ru, ru, ru. Ya, ya lo oigo, Ruyales.
Lleva desde el siglo XII escuchando la campana que convoca a las religiosas. Ru, ru, ru, se oyen sus precipitados pasos. Han abandonado la labor y van a Vísperas. Ru, ru, ru. Detrás de los cantorales, asoman sus tocas negras. Ru,ru, ru. Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador. Ru, ru, ru. Porque ha visto la humillación de su esclava...Ru, ru, ru.
Ya ve, Sor Austringiliana, un cangrejo se ha quedado quieto junto al puente. Hay una islita en medio del agua.
Recuerdo a la madre Pilar, la superiora, con pantalones Levys, jersey cortito y camisa a cuadros de cuello picudo, la moda. Ru, ru, ru.
Era en el instituto, en quinto curso, mil novecientos setenta y tantos. Un poco pija, guapa y resultona, así lo decíamos, muy maja.
Quién le iba a decir a esa adolescente que viviría, como monja y además superiora, en un monasterio junto al Ruyales, ru, ru, ru. El Cristo de los ojos grandes la ganó y se la quedó de por vida. Ru, ru, ru.
Nunca me he parado a hablar con ella, los hábitos imponen, no sé por qué. Ru, ru, ru.
Un ciprés guarda el sueño eterno de muchas sorpilares, ahí, tras la tapia. Ru, ru, ru. Ya.
El río sigue su camino. Ru, ru, ru.
María Ángeles Merino en Palacios de Benaver
Pues dan ganas de pasar allí el verano.
ResponderEliminarPara unos días está bien, ahora que está verde...
ResponderEliminarPues sí, este pueblo apartado del mundanal ruido, es un remanso de paz y tranquilidad, al menos por un corto periodo de tiempo, pero supongo que también tendrá sus inconvenientes.
ResponderEliminarToque sin tocas
La sor Pardilla