El Parque de la Isla espera su despertar, aunque para Curro e Irene siempre sea primavera y sus nombres broten aquí y allá, también en el añoso cartel: con el arco romanico de Cerezo que ya no está, el renacentista de Castilfale que permanece, un capitel, asimismo románico, el monumento a Cervantes, la fuente, el parque infantil, la cartela de los leones, las pilas bautismales, el crucero, el pajaro engolosinado con la apetitosa baya roja de tejo y, cómo no, el plano para no perderse.
Curro e Irene no necesitan mapa, los paseantes de las mañanas soleadas de invierno tampoco. Cuidado con los tejos, no solo los jóvenes enamorados. Los pájaros tienen buen cuidado de no ingerir las hojas o las semillas del tejo, muy tóxicas, saben lo que pueden comer. Curro e Irene sabrán..
Espero el autobús. La primavera también.
Ya ve, Sor Austringiliana, esperar.
María Ángeles Merino
Beautiful blog
ResponderEliminarPlease read my post
ResponderEliminarEstos adolescentes enamorados o quizás no, quién sabe, dejan su huella por todas parte sor Austri y qué sabia es la naturaleza, por eso a nosotras nos gusta contemplarla, pero a los tejos, ni tocarlos. Los pájaros lo saben bien.
ResponderEliminarToque sin tocas
Los tejos son un peligro, el amor es un peligro. Curro e Irene tal vez lo desconozcan.
ResponderEliminarToque y besos