El sol del solsticio, los árboles otoñales del parque de la Isla, las hojitas amarillas rezagadas y el agua de la fuente colonial dialogaban. Miré el silencio del fondo. Seguí mi camino.
¿Qué hace esa mujer mayorcita con el móvil? Un jovenzuelo, como un rayo en patín, me miraba atónito. Seguía mirándome en el puente Malatos pintarrajeado. Lo crucé.
Ya ve, Sor Austringiliana, el misterio guarda siempre silencio. El del patín se asomará a su tiempo. Y será mirado por otro atónito. Y yo seguiré sin resolver el misterio y no estaré.
María Ángeles Merino
Diálogo de los instantes que dejaran de ser.
ResponderEliminarBesos
Luz
E intentamos atrapar.
ResponderEliminarAlgunas veces, cuando no la mayoría, el silencio es lo mejor que tenemos para sumar a lo que vemos/vivimos.
ResponderEliminarSaludos,
J.
El silencio puede ser el mejor aditivo. Ya lo creo. Saludos, José.
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