No comería caracoles ahora, sólo los comí alguna vez con mi padre en La Riojana, cerca de Capitanía, en realidad solo mojaba pan en la salsa picantita. Alguno metí en mi boca... Se decía que los gitanos los cogían en la tapia del cementerio, que allí eran más gordos, que eran los habituales proveedores. No, no comería caracoles.
El caracol es un bichito muy interesante para observarlo con ojos de niño. Y hay seres humanos como caracoles...
Así contestaba a la entrada de Pedro Ojeda, Reflexiones sobre un caracol, en su blog La Acequia.
Últimamente, escribo poco, Sor Austringiliana. ¿Me estaré volviendo caracol?
María Ángeles Merino
Ayer por la noche fuimos a dar una vuelta y en el camino, nos encontramos unos cuantos caracoles.
ResponderEliminarEstuvimos hablando de ellos. No, no me gusta comer caracoles. Creo que una vez los probé y anque estén hechos con apetitosa salsa, no soy capaz de tragármelos.
Toque de tocas.