Dicen que en Burgos el campo se cuela dentro de la ciudad, el bosque también, añado, frondosa arboleda acompaña al río. Ahí, en la Merced, en los años sesenta pisaba piedras con mis sandalias " cangrejeras" antes de entrar al agua, increíble, bien protegida por un flotador de cámara de Vespa. Cuidado con las corrientes, niña.
Era la playa, había otras río arriba. Poca hierba y reseca, unos pocos árboles junto al pretil. La vegetación de ribera hizo el milagro. Estos días, los árboles meten los pies en remojo. El Arlanzón viene crecido, los recuerdos brotan. Ya asoman los lirios amarillos, aguas limpias dicen.
Nunca nos bañamos en las mismas aguas, dijo un sabio griego. Otro griego insistía en que todo permanece. Los dos tenían razón.
La estatua del Sagrado Corazón ahí arriba, en la torre, Teología, otra cosa. Sigo andando, tres o cuatro puentes más. Y vuelta.
Ya ve, Sor Austringiliana, dentro del agua.
María Ángeles Merino Moya
La naturaleza llega hasta las puertas mismas de la ciudad. No siempre es así.
ResponderEliminarEn Burgos es así y creo que en Valladolid también. Que no pongan puertas al campo.
ResponderEliminarPuertas al campo
ResponderEliminarno se ponen en Burgos.
La riega el río.
Luz del Olmo
Gracias por dedicarle un haiku al Arlanzon.
EliminarBesos, Luz.