Las lilas ya han llegado, aquí tardan más. Es una flor que me trae ecos de flores a María, de las que llevaban, en mayo, algunas compañeritas para la Virgen y el "venid y vamos todos". Sí, en mayo todavía había. Qué envidia daban a la niña María Ángeles, en la mano solo la ofrenda de uno o dos claveles de floristería, con un poco de esparraguera; qué bien olían las lilas de los sesenta, en el altarcito que montaba la maestra. Ahora huelen menos o a mí me lo parece.
Las de la foto viven junto al monasterio benedictino de San Salvador, en Palacios de Benaver, y el aroma llega hasta el tendedero donde se secan las camisetas. Olor a detergente, a ropa secada al sol, a verde y...a lilas también. Los visitantes se acercan a la puerta de la iglesia monacal y no pierden la ocasión de acercar la nariz.
Que no se hielen las lilas, que aquí ya se sabe.
Ya ve, Sor Austringiliana, Olores y añoranzas. Escribir cada mañana, soleada o no. Asomarse dentro.
María Ángeles Merino
¿Hay alguien ahí?
Siempre me gustaron las lilas y los lirios y en especial su olor. Por fortuna tengo un jardín donde ahora, en este mes de abril, han estado tanto lilas como lirios muy florecidos. Pero como todo tiene su empiece y su final, poco a poco se van acabando, aunque aún duran algunas de estas flores. Besos
ResponderEliminarAhí llegan antes y se van antes. Su olor nos acompaña. Y acompaña recuerdos.
ResponderEliminarBesos