domingo, 29 de abril de 2018

Y empezó el viaje de su vida hacia atrás



Un día desde el corazón, mi padre quiso volver sobre un tiempo en el que la dureza de la vida en la España que le tocó vivir no le permitió disfrutar. 

Y empezó el viaje de su vida hacia atrás y le llevó al Burgos que fue y, cómo no, quiso saber más y más allá de sus vivencias e indagó e investigó en diferentes archivos y, una vez destilado en el alambique de unos ojos desgastados, cada gota producida se publicó en el Diario de Burgos.

Cuando las gotas desbordaron las recogió en un cuenco al que llamó libro. Y tal vez su niñez pérdida regresó, e hizo tomar prestada de Verne la mágica cifra de 24.000, "24.000 días en Burgos" .

Instrucciones de uso:

Tómese el cuenco, con ambas manos, en señal de amor y respeto.

Bébase a sorbos, en ese dulzor tibio del pasado.

Si sigue las indicaciones, será arrebatado por la magia y se sumergirá en él y puede que hasta logre reconocerse en alguna de las vetusta fotos que le ilustran.

Decídase y sentirá la ponzoña de unos tiempos pretéritos que nos hacen sonreír, pero que en ningún caso, por más amor que rezumen de las manos del, autor, han sido mejores.

(Agustín Merino hijo)



Plenilunio de la noche más sedienta.


La noche

Confidente, espía amante,
en oscuras sábanas de seda.
Sonidos de suaves susurros.
La vida se dibuja en lunas,
respiradas por los amantes 
que en sus ceremoniales se inician.
Las runas de los arcanos dioses labradas sobre la piel.
Salmodias y letanías hechas olas que rompen en espumas.
Cada noche es un milagro que en plata se licua.
Bocas redondas abarcando senos de luz.
Mientras sus pupilas crecen al cielo
llamando a la tormenta
Abriendo las torrenteras de sedientas aguas.
Plenilunio de la noche más sedienta.
(Agustín Merino)