viernes, 28 de julio de 2023

El toro y el baño de los gorriones.




Desde hace unos años, no muchos, los pájaros urbanos de la Avenida del Cid  pueden bañarse en la fuente, en compañía de un torazo de hierro  y tamaño natural.

Dicen que es un recuerdo al desaparecido Coso de los Vadillos que vivió sus días de gloria, y carnicería, unos metros más allá. 

Aquí mismo no, aquí había un mercado de hierro que apenas recuerdo, solo la imagen de unos pollitos amarillos en una caja de cristal con una bombilla que les daba calorcito, tal es la memoria de una niña pequeña. Ya veis, gorrioncitos, lo más parecido a vosotros, "pipis' decía yo.

Los pajarillos solo sabéis que hay agua limpita y ese cuadrúpedo no va a inmutarse, los peligrosos son otros. Refrescáis la vista de los paseantes en días de calorazo, que tampoco aquí son tantos. 

Vamos a los toros de verdad. Recuerdo aquellas tardes de corrida, jugando junto a la plaza matarife. Los niños hacíamos un alto en nuestros juegos cuando salían las mulillas con sus cascabeles, arrastrando al toro recién muerto, torturado y ensangrentado. 

No lo desenganchaban, iba directo al matadero, unos pocos metros más allá, junto al colegio de la Salle. Conozco viejos niños con recuerdos de pupitre y ríos de España, como fondo acústico la agonía de los animales. Alguno se escapó y vio y dice que ya no come carne. Qué lugar más inadecuado para un colegio y de pago. Eran otros tiempos, sí.

Ya ve, Sor Austringiliana, lo veíamos como algo normal. Terrible espectáculo con música de cascabeles y reguero rojo.

Aprovecho para dejar aquí mi "no" a la mal llamada "fiesta" de los toros. 

Ya ve, Sor Austringiliana, y hablaba del baño de los gorriones...

María Ángeles Merino

 El Toro de Burgos (Alfa Arte, 2011). 

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