Verde de primavera, con su tapia y su ciprés.
El palomar abandonado.
Verde tierno y los corzos lo saben.
Y la esperanza de la resurrección, tras la tapia. Mujeres, grande es vuestra fe.
En el monasterio benedictino de San Salvador, en Palacios de Benaver.
Y yo no estaba allí.
María Ángeles Merino
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