Ayer entró el invierno: luz, sombra y desigualdad. Y el sol saludaba a las escasas flores, a las tres y pico de la tarde, que no se diga del solsticio.
El taco del calendario señalaba la correspondiente fiesta litúrgica, liturgia para qué, y el libro de la Matute a una familia decadente y sus "hijos muertos", cómo escribía aquella señora y qué título tan triste.
Hablaba con mi amiga de Campo Real, como cada día. Leía un poco el periódico y, como diría la reina Letizia: "cada uno con su pedrada". Aunque la pedrada real sonaba a positiva: vigilar atenta los usos gramaticales y ortográficos, propios y ajenos, "guasaps" incluidos. Deformación profesional de una periodista retirada: obsesión, manía o lo que sea. Y lo dijo en San Millan de la Cogolla, ante sesudos académicos que limpian, fijan y dan esplendor.
Toda la vida padeci yo, y padezco, esa "pedrada", en mi modestía docente; pero no la llamaba así, consideraba las "pedradas" como algo más bien negativo, que una piedra te diera en la cabeza y te dejara "cucu", como diría mi sobrina. O te caíste del taca taca o algo por el estilo. Hay palabras que no existen en la RAE, pero hay que ver qué bien se entienden. Pienso en mis "pedradas", en otras, aparte de ir a la caza de las tildes.
El mundo tirita, como en el primer movimiento del Invierno de Vivaldi. Locos al este y al oeste, la crueldad ya no se disimula, "La crueldad como virtud", qué bien lo escribe Elvira Lindo, los locos instalan sus sucursales, aquí también, ya veis.
Esta mañana, los árboles del cerro presumían de vestido blanco tras la " nevadilla" nocturna, las luces navideñas todavía lucían encendidas, lo de Extremadura y el soniquete de la lotería. Hago las fotos que luego Google agrupa como "tomas similares". Mi vida es muy "similar".
Y yo aquí cortando unas alubias verdes, el plato en mi regazo, y me puse a escribir hace ya un buen rato. Me llama mi hermano desde Oña, bromeamos, no sé si allí me darían plaza, en el psiquiátrico, si se agravasen las pedradas. Ahora una patatita y una zanahoria. El agua a hervir y adentro. Y sacaré de la cama a mamá. La televisión apagada, se la encenderé para que se entretenga.
Cada uno con nuestras "pedradas". Pedro Álvarez de Miranda, de la RAE, escribía ayer, en El País: "Tener una pedrada". Y nos ponía buenos ejemplos, desde el texto de un nacido en 1960 al de uno nacido en 1981. Doña Letizia vino al mundo en 1972. ¿Uso característico de una generación? La que esto escribe nació en 1957, es de otra, claro.
Ya veis, la mañana del 22 de diciembre de 2025.
Entra el invierno yo con mis "pedradas", Sor Austringiliana.
María Ángeles Merino Moya
https://elpais.com/opinion/2025-12-21/la-crueldad-como-virtud.html
https://elpais.com/opinion/2025-12-21/tener-una-pedrada.html








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