El sábado, miraba ensimismada el agua de la fuente, frente al Malatos. Jugaba con la luz y los colores de una mañana de otoño. ¡Con la que ha caído, María Ángeles! ¡Agua!
Ayer, leía al escritor Manuel Vicent, tan valenciano:
"La tierra que te da de comer con sus frutos, puede aplastarte con un terremoto; el aire con esa brisa tan agradable puede convertirse en un huracán devastador; el fuego que arde en la chimenea es capaz de incendiar los bosques y el agua que bebes puede llevarse por delante tu vida con todos tus enseres. Los científicos habían advertido ...sin duda algunos políticos no han estado a la altura de este cataclismo, pero si algún miserable trata de sacar partido de esta desgracia echando la culpa al adversario será como uno más que aprovecha el caos para realizar un pillaje en un supermercado...es el momento de la solidaridad y el arrojo ante el infortunio. Con muchas lagrimas los muertos serán enterrados...seguiremos jugando a desafiar a la naturaleza, como siempre, sin haber aprendido nada."
("Valencia en el corazón", domingo 3 de noviembre de 2024, El País)
No aprendemos, nunca aprendemos, Manuel Vicent. El agua sigue su camino.
Ya ve, Sor Austringiliana, palabras de valenciano.
Valencia, en el corazón de todos.
María Ángeles Merino