martes, 24 de enero de 2023

La garza del puente de Bessón


 Y ahí estaba la garza, quietecita, pescando tan tranquila. Las garzas de antes emprendían el vuelo al detectar nuestra proximidad. Y solían pescar aguas arriba, sin tanto humano cerca. A ésta no le importa que la miren y la remiren a pocos metros; qué curiosos los paseantes sobre el puente de Bessón, el que yo cruzaba para ir al Instituto, cuatro veces al día, durante el curso escolar. Ahí debe estar la huella de mis pies...

Los patos son unos bobos,  deberían saber que para buscar el alimento no hay sino estarse quietos. No, señora Garza, que los patos tienen su método, como usted tiene el suyo. 

¿Y por qué me pongo a hablar a quien no me puede oír ni entender?  Ni siquiera a hablar, Sor Austringiliana. Pensamientos que se me cruzan, una mañana de enero. Tontunas listas para el tecleo en esta maquinita. 

Quietos y sin miedo a nadie, cosas de garza. No sabe nada, la garza. El señor Bessón no quería dar la vuelta desde la Audiencia al Instituto...

María Ángeles Merino

He de añadir que la garza de la Merced murió cazada por una nutria y su cachorro, tenían razón los patos con sus estrategia de no parar quietos. Queda demostrada, eso sí, la pureza de las aguas del Arlanzón, un río urbano y salvaje. 

1 comentario:

  1. Sonrío al leer tu escrito y tu pensamiento conversación con sor Austri , muy amiga de mi sor Pardilla y esos pensamientos que tienes de las garzas y los patos, mientras paseas por ese río Arlanzón que tanta tranquilidad da cuando se le pasea.

    Besos, amiga.

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