domingo, 12 de octubre de 2025

Hay un dolor que no duele.



Anestesia

Hay un dolor que no duele.

Hay un silencio que callado grita.

Cuando todo se enlentece y la vida no es más que latidos.

Todo está bien todo es perfecto.

Callado y silencioso.

Un dolor que no duele, un dolor que todo lo aquieta.

Todo está bien todo es perfecto.

Todo es esperar una lágrima que no llega.

Cómo la pena que no es pena.

Y no, nunca pasa nada.

Solo la vida preguntándose: ¿como es la vida?

Agustín Merino (texto y pintura)

jueves, 9 de octubre de 2025

¿Cómo viviremos en 2050? Si vivimos.

 

En el Museo de la Evolución (MEH).

Panda de chavales, en la charla y presentación de libro, del periodista Fernando Jáuregui. El tema era el futuro y nos colocaba en 2050, cuando el conferenciante cumpliría, o no, él piensa que no, cien años. ¿Cómo será nuestra vida? 

Nada que ver con el mundo de ahora, un futuro tan impensable como el visto desde 1950, por Bradbury, el autor de Crónicas marcianas. Y Jáuregui  nos recordaba dos libros clave, unos clásicos ya, anticipatorios de futuros inquietantes Un mundo feliz de de Aldous Huxley y 1984 de Orwell. 

Y tantas cosas que ahora nos parecen normales y ni las imaginábamos en los cincuenta, sesenta, setenta, ochenta... 

El móvil, ay el móvil que llevamos encima todo el día, nos conoce y  manipula sibilinamente. Lo llevaremos dentro, si en nuestro cuerpo serrano.

Leí con interés el de Huxley, cuando era casi como los adolescentes allí presentes, me pareció una pesadilla de ciencia ficción. Creo que, a su edad, me preocupaba el futuro, tal vez solo el futuro más inmediato, la memoria engaña. Distópico, ahora no tanto. 

Les pregunté, son alumnos de un colegio privado religioso, pijillo, y les condujo allí un paciente profesor. No se portaron mal, pero no parecían prestar atención, solo uno se atrevió a coger el micro y preguntar. Se les veía en otro mundo; risitas por lo bajinis, miraditas, aguantar a que esto se acabe. Aunque iban con el uniforme de adolescente, se les notaba la clase social. un poco o un mucho  por arriba. Pensé que tal vez se sentían cubiertos y protegidos, sus padres podrán pagar universidad y demás. Pensé que si fueran de clase social menos favorecida sí les preocuparía el futuro, o tampoco, viven todos en la galaxia adolescente. 

Los asistentes a la charla, los talluditos, escuchábamos serios y en silencio. ¿Futuro? ¿Cambios?

El futuro vendrá y nos sorprenderá a todos los vivientes. Los chavales ya no serán chavales, no sé presenta fácil, chicos, a vosotros tampoco. 

El conocido periodista Fernando Jáuregui presentó su libro El cambio en 100 palabras, son muchas más. Para reflexionar. Leemos, en la página del MEH, la reseña; 

"Este es un libro investigado y escrito pensando en 2050: ¿cómo será nuestra vida a mediados de este siglo? Su autor, un veterano periodista y escritor, dice que en ese año cumplirá los cien. Pero no espera poder soplar el centenar de velitas, entre otras cosas porque no ha seguido los consejos que él mismo recoge aquí para llegar bien hasta los ciento treinta años. Ahora apenas pide tiempo para comprobar si algunos de sus pronósticos -aquí incluidos- se cumplen. Por ese motivo Jáuregui dedica este volumen a las generaciones jóvenes, sobre todo a la «generación zeta de la futura Leonor».

En colaboración con Promecal."

Bueno, sí llego a 1950, noventa y tantos...

Ya ve, Sor Austringiliana, unos chavales, un periodista, un libro y el cambio. 

María Ángeles Merino

https://www.museoevolucionhumana.com/es/calendario

https://www.youtube.com/live/IZ8et49fu9I?si=vu51vXfUwgDe1p5F

miércoles, 8 de octubre de 2025

Tardes al sol de octubre. Paseo y libro. Distancia.


Hace cinco años, como ahora: un paseo con árboles y río, más un buen libro, con sol o sin sol. Con sol mejor, como aquí, en las fotos de 2020.

Creo que el libro era la serie de Torquemada, el prestamista odioso de Galdós, yo le hubiera dicho cuatro cosas, mientras caía la tarde de octubre. Esa gente que solo vive por y para el dinero...Don Benito supo de los prestamistas, se nota. 

 Hace cinco años, la gente mayorcita paseaba por la Quinta, o la Isla, en mi ciudad, como ahora. Ahora ya no se guardan distancias, afortunadamente. Distancias epidemiológicas, las otras siempre se han guardado aquí y se siguen guardando.

Ya ve, Sor Austringiliana, hace cinco años. Tardes al sol de octubre. Paseo y libro. Distancia.

Como ahora.

María Ángeles Merino


lunes, 6 de octubre de 2025

"Luna de la cosecha" en Tenerife.

 




Ayer, mi hermano me enviaba la "Luna de la cosecha", superluna de octubre, desde Santa Cruz de Tenerife. 

Le busco música, Debussy puede ser. O Beethoven. O la música de dentro.

Un poema, ella sola lo es, cada uno el suyo. Seguro que Agustín escribe algo. 

La luna y la ciudad "chicharrera", un abrazo de luz.

No sigo porque no soy poeta y no estuve allí, qué grande la de la "cosecha". ¿De qué cosecha hablan? 

Ya veis, luna grandote y canaria.

María Ángeles Merino

(Fotos de Agustín Merino)




Mataron a un ruiseñor.



Viene de "La arañita campeña", mi otro blog: 

 El 9 de octubre de 1936 mataron, en Estépar, a un ruiseñor: Antonio José Martínez Palacios, músico de Castilla, víctima de los odios de la guerra incivil.

 Ayer, las flores lo recordaban en la escultura homenaje, esos tubos, junto al antiguo convento de las Bernardas, donde los niños burgaleses de hoy aprenden música.

 Las flores se marchitan, oigamos algo de su obra, por ejemplo "El mozo de mulas" que, además, es de tema cervantino. Va del novio de doña Clara, la hija del "oidor", una ilustre compañía que coincide con don Quijote en el camino. Se oye una bella voz, es el novio de Clarita que sigue a la comitiva, camuflado como humilde " mozo de mulas". Una historia de amor adolescente, a la que el músico burgalés quiso convertir en ópera. No la pudo completar, lo hizo Alejandro Yagüe. 

Ya veis, un ruiseñor. Y yo que aprovecho cualquier ocasión para traer el Quijote. 

María Ángeles Merino Moya 

Poco caso a los "cides" y a ver otoñear.

 


Poco caso a la Semana Cidiana, tantos "Cides" como si hubiera pocos, los dejó ahí con sus espadas y sus doñas Jimenas. Banderines y puestos de mercadillo, siempre huelen a anisillo. Hay que mover lo que hay que mover, no lo crítico, la Historia sale al recreo. Me voy a ver otoñear, todavía poco. 

Hojeo y ojeo el periódico, de vez en cuando una ojeada al tapiz de hojas amarillas, en diálogo con las verdes insumisas, ya caeréis. Las noticias ya se sabe, la política ya se sabe. "Dos años de horror y un hilo de esperanza".



Pasan bandadas de pájaros que no se dejan atrapar por la cámara de mi móvil. Pasan peregrinos cansados y con prisa, es larga esta ciudad. Paso yo y les deseo buen camino. Doy  la vuelta. Olvidé el suplemento del periódico sobre la piedra, traía poca cosa.

Doy la vuelta y hago una foto a la escultura  homenaje al músico Antonio José, con flores de aniversario. Mataron a un ruiseñor, era 1936. Quiera Dios, o lo que sea, que  no volvamos nunca al odio fratricida. 


En la Plaza de San Lesmes, unos niños juegan con espadas de madera, mientras los mayores toman el aperitivo. 

Ya se recogen armas y disfraces. La guerra que sea de juguete, o mejor un teatro. 

A casa, que es hora de comer. 

Poco caso a la Semana Cidiana, ya lo veré en el Facebook. 

María Ángeles Merino Moya



domingo, 5 de octubre de 2025

Por cien cañones por banda, sobre el mar de nuestros adentros.



"Cuando la vida eran cien cañones por banda.

Y todo tan simple como los buenos y malos de mis pelís del oeste. 

Y un Dios no tan amable, recogido en un azul catecismo.

Que fácil todo era con 100 cañones por banda.

Viento en popa a toda vela, la vida entraba respirando sin esfuerzo y te llenaba.

Corsario, bucanero terror de los 7 mares.

Y si no eras pirata serías astronauta para pisar Marte, pues la Luna acababa de ser hollada.

Viento en popa a toda vela se fueron esos días.

Y ahora bajo la burlona luna que sobre el gris asfalto rielar no puede.

Vuelve mi canción del pirata.

Con la única estrofa que aún queda en pie.

Y la vida...

Por perdida ya la di cuando el yugo del esclavo ...

Mis ojos se llenan de estrellas o tal vez solo han venido a bañarse en las lagrimas del tiempo

Por cien cañones por banda, sobre el mar de nuestros adentros." 

Agustín Merino (texto y fotografía) rinde tributo a Espronceda.