Ahora, crece, es un decir, un césped de mentirijillas en uno de los dos patiucos de la fachada del Centro de Adultos Victoriano Crémer, un viejo rincón de Burgos, para mí muy querido.
En medio han colocado un "piripichu" escalonado, palabra que robo a mi sobrina Paola, donde sí, ahí sí, han colocado plantas naturales. Eliminaron aquel arbolillo salvaje que se coló y ya asomaba a la calle Sanz Pastor, un poco de tierra y el agua del cielo le bastó. Ya no está, yo tampoco, también asomo, nunca con indiferencia, siempre con cariño
Me horrorizan las plantas artificiales, no hay cosa que me dé más grima que esos floripondios baratos de los bazares que suelen viajar después al cementerio, donde la fealdad se acrecenta mezclada con el frío y la tristeza.
Cuando el ser humano imita a la naturaleza el resultado puede ser muy tosco. Con las plantas es especialmente desafortunado, ese verde chillón del césped artificial chilla.
Bueno, al menos han empezado a preocuparse de este patio que siempre conocí abandonado a su suerte.
Es un edificio muy antiguo, más de 130 años, bien cuidado por dentro; pero, por fuera, las autoridades municipales, de distintos pelajes, nunca consideraron interesante restaurar la fachada y merecería la pena, es mi opinión. Es un edificio muy bonito o yo lo veo con muy buenos ojos.
Sentimientos, nostalgia de una maestra que fue del Crémer.
Y se me quemaba el puré mientras esto escribía.
María Ángeles Merino
http://elblogdesoraustringiliana.blogspot.com/2024/04/ahi-sigo-yo.html
Las plantas de plástico, se sabe, no crecen, por lo tanto no necesitan mantenimiento y siempre parecen "verdes"...
ResponderEliminarSaludos,
J.
Comodidad, si. En este caso, si no se puede poner césped no se pone y mejor. Saludos, J. Gracias pir tu visita.
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