domingo, 29 de abril de 2018

Y empezó el viaje de su vida hacia atrás



Un día desde el corazón, mi padre quiso volver sobre un tiempo en el que la dureza de la vida en la España que le tocó vivir no le permitió disfrutar. 

Y empezó el viaje de su vida hacia atrás y le llevó al Burgos que fue y, cómo no, quiso saber más y más allá de sus vivencias e indagó e investigó en diferentes archivos y, una vez destilado en el alambique de unos ojos desgastados, cada gota producida se publicó en el Diario de Burgos.

Cuando las gotas desbordaron las recogió en un cuenco al que llamó libro. Y tal vez su niñez pérdida regresó, e hizo tomar prestada de Verne la mágica cifra de 24.000, "24.000 días en Burgos" .

Instrucciones de uso:

Tómese el cuenco, con ambas manos, en señal de amor y respeto.

Bébase a sorbos, en ese dulzor tibio del pasado.

Si sigue las indicaciones, será arrebatado por la magia y se sumergirá en él y puede que hasta logre reconocerse en alguna de las vetusta fotos que le ilustran.

Decídase y sentirá la ponzoña de unos tiempos pretéritos que nos hacen sonreír, pero que en ningún caso, por más amor que rezumen de las manos del, autor, han sido mejores.

(Agustín Merino hijo)



3 comentarios:

  1. Sor Austringiliana, el libro del padre de sus pupilos, me lo leí de cabo a rabo, además de subrayarlo y tomar notas de algunas de las muchas curiosidades, autores y autoras que cita, amén de la historia de Burgos en el siglo XX, vista por los ojos de un niño y también de un adolescente que llega a su madurez. Un buen trabajo de investigación, unido a los recuerdos y anécdotas particulares del autor.

    Espero que los lectores de este blog lo lean porque ya les digo yo que merece la pena.

    Un toque de tocas de la sor Pardilla

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  2. Buenas tardes:

    No reconocí en la fotografía de la portada -después de varias décadas-, al autor del libro, aunque en los años 60, en el camino de regreso del Instituto a casa, nos gustaba entrar en la tienda de dulces de Agustín Merino, comprar un caramelo sabor cuba-libre, y hablar un rato con su esposa. A veces, estaba él, que se quedaba a escuchar nuestras charlas alegres. Detrás del mostrador, surgían enseguida dos niños.
    Así lo comentamos, -en nuestro encuentro-, con mi tocaya.
    Su libro lo tengo al alcance de la mano, y he leído varias veces todas sus páginas.
    ¡Cuántas idas y venidas a bibliotecas y archivos tendría que hacer, para recopilar y contrastar datos, en la fecha que publicaba sus escritos.
    Cuánto hay que valorar su trabajo ilusionado e incansable.
    Y agradecerlo, ¡cómo no!, cuando recibimos ese regalo generoso dejado en cada renglón, que nos evoca nuestra Ciudad, y a tantas de sus gentes.

    Abrazos.
    P.D.: Un lujo poder disponer del libro en PDF. ¡Gracias!

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