sábado, 2 de agosto de 2025

2 de agosto, día de ángeles.

 


Voy a la ventana y arranco la hoja del calendario. Han nacido dos campanulas, nueva floracion, y es 2 de agosto. Un día de "ángeles" y "mariángeles".

 ¿Ángeles? "Espíritus puros, esto es sin cuerpo, que tienen entendimiento y voluntad", así decía aquel catecismo y así había que aprenderlo de memorieta.

La Santa Madre Iglesia los definió así, pero los artistas les dieron el cuerpo que les negaba la doctrina. Los humanos, como Santo Tomás, necesitan algo palpable. 

En mis imágenes atrapadas con el móvil, me recibe ahora uno de los que cortejan a la Inmaculada de Alonso Cano, que se muestran en la exposición temporal Legatus Fidei de la Catedral de Burgos. 


Es un niño rubio y  regordete, un bebé enfurruñado, con una azucena en la mano, recostado en una algodonosa nube. No sé de dónde tomaría el artista sus modelos, tal vez como dicen de Murillo, de sus propios hijos. Y tampoco sé por qué me fijé en este angelote y no en sus compañeritos de escolta celestial, tal vez por su carita enojada,  parece que al que se acerque le arrea con el ramo. O son imaginaciones mías. 

Ángeles, de tanto llevarlos en el nombre les trato con familiaridad. 

Hoy, 2 de agosto, Nuestra Señora de los Ángeles, la Porciúncula de San Francisco, buscad la palabreja. He felicitado a mi madre, ciento uno años, y pico, para la que este día, su santo, era importante, ahora ya no lo recuerda. Hace sesenta y nueve años, se casó un día como hoy, en la iglesia de San Lesmes. 

Ahora, mamá me habla del ángel Clavel, un ángel muy bueno que le va a ayudar y acompañar a no sé dónde. No sé de dónde habrá sacado el nombre, es tan mayor que se fabrica su propia mitología. Ay. 

Ya veis, ángeles. Y María Ángeles. 

María Ángeles Merino Moya