Ayer las begonias del paseo de la Isla recibían el último sol del verano que ya había hecho las maletas. Hacía frío.
Frío. Entramos en el otoño y el mundo da síntomas de locura colectiva, una epidemia de odio. Escucho la radio.
Un respiro después de las noticias: vamos con los campesinos de Vivaldi que celebran eternas y lejanas vendimias, alegres, cogidos de la mano, en corro. Así nos los hizo imaginar un cura pelirrojo que prefería la música a decir misa.
Voy a dar mi paseo de mañana, hay que abrigarse.
A ver qué tal pinta la nueva estación. La esperanza, no la perdamos.
Ya ve, Sor Austringiliana, a pesar del frío. Unos minutos para mirar flores y un poquito de música. O danzar como una campesina veneciana en vendimias. O de la ribera del Duero...
María Ángeles Merino Moya
Está hermoso el Paseo, ya comienza a otoñar.
ResponderEliminarY comenzamos a disfrutarlo.
EliminarAl llegar el otoño, más al centro del país, hay que coger la chaquetilla.
ResponderEliminarYo también observo que el mundo, en las personas que odian y no aman, nos pueden traer malas consecuencias.
Vivaldi y sus estaciones convertidas en música del otoño, tan lleno de colores.
Frío en Burgos, menos calor por Madrid. El tiempo va a lo suyo e ignora, nuestros pesares y pormenores.
Se va este mes de septiembre con el verano ya agostado y el otoño apenas ya empezado.
Besos
Se va y adelante con el otoño, a ver qué nos trae, el tiempo pasa indiferente.
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