Agustín Merino
Desde un rincón muy cercano a su ciprés, me llegan, Sor Austringiliana, unas palabras que hablan de agua y de amor.
Sed
Nuestra quietud de cielo y luz.
Mecidos en cuna de no silencios.
Contenidos respirares profundos.
Luz que derramamos y se derrama.
El sol quieto en tus caderas,
de infinita húmeda sombra.
Esplendor en la no distancia,
entre tu cuerpo y el mío.
En mí te desbordas,
rompiendo abismos y silencios.
Vuelvo en ti a ser agua,
cubriendo tu cuerpo de cielo,
abriendo tu boca de agua,
sed de mi pecho sediento.
(Agustín Merino)
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