Mi hermano Agustín me envía estos versos a través del móvil:
Soy creciente, materia que late y respira
Soy tan antiguo como el mundo que aún dura y durará en mis ojos mientras existan
Asumido mi cuerpo la pasión, el misterio,
la esperanza, el recuerdo, el cansancio,
Soy la instancia que se eleva hacia un dios que inventamos
la materia y el fuego, los latidos arcanos de un todo primigenio
Debo salvarlo todo dentro de mi, si he de salvar entero lo que amo
Soy coral, soy espumas y aire nuevo,
soy el rosal que en ti se enreda, soy la luz en un torrente de agua
soy fuego , soy espacio, soy estrella,soy niño, soy eterno
Soy diamante, cenizas estelares en su forma mas pura
que proclama y exige ser lo que soy, ser lo que amo
Si fuera, si sólo fuera un hombre, pero tantos me habitan
sabiendo lo que se, tanto pesa lo que no se es
Que no deja fuerzas para gritar lo que somos
Soy tan grande como el mundo tan antiguo como el universo
Seré todo cuando nada sea y todo enamorado
Mas es el mundo entero quien se mira en nuestros ojos, en cada uno de los ojos de mirar claro
El mundo entero se mira en la esperanza, aunque hace tiempo que no la encuentra
Lo que aquí desemboca es el cauce pero no las aguas
Ellas se vistieron de nube para vivir en los cielos y ser mecidas libres por el viento
ser hombre no es ser hombre
Ser hombre es otra cosa
Llamo a los amantes, los locos
que salen de sí mismos buscándose en otros caminos
Llamo a los valientes, los héroes
Llamo a los soñadores, llamo a los ardientes.
Llamo a los que ignoran la justicia exclusiva del tiempo y el orden calculado en segundos que medimos
Romper las rutinas calladas, ignorar el estar virtuoso bien intencionado de los que opinan
Sin jamas haber reflexionado acerca de lo que sus manos han entregado
Y tal vez su vacío les llene de consejos
La condición finita del hombre que como sombra me acompaña
Llamo a los que siguen amando con la crueldad del tiempo, con límites absurdos,
Con tu ciudad, tus días y un caer gota a gota destilandose, en lluvia de un mañana
Escuchar el aire y sus silencios
Escucho esperanza en un amanecer de un billon de mañanas
(Agustín Merino)