Ya veis. El color tostado de septiembre, en el trigal de las monjas, en Palacios de Benaver, pueblecito del páramo burgalés. Y el azul del cielo azul.
El campo ya dio su fruto y la paja cobijó los nidos de codornices, me cuentan...
El ciprés apunta al cielo y da sombra a sueños de siglos.
La tapia, el palomar y el cerro, en la cabecera de mis dos blogs, donde atrapo ráfagas de la vida que pasa delante de mis ojos.
Tocarán a vísperas en el monasterio de San Salvador. Como cada tarde, las monjas se apresurarán e irán al coro. Son muy poquitas ahora, dicen que se irán.
Ya ve, Sor Austringiliana, el sol sigue su camino sobre el cielo y la tierra, sobre los sueños bajo el ciprés y rumbo al equinoccio.
Mi sobrina Paola me envía la foto del "cipresito". Gracias, cariño.
María Ángeles Merino Moya
Por nuestras tierras y cuando es otoño, los cielos azules llenos de luz, siempre me gustan, por esa luz especial que los inunda, cuando se recogen los frutos, mientras el ciprés casi traspasa los cielos y sobrevive en los siglos.
ResponderEliminarAtrapamos los instantes en miradas y sonidos que con el tiempo quizás desaparezcan, mientras el sol sigue eterno en su camino, en ese pasar de las estaciones que los humanos vamos contemplando, en los días que no vuelven.
Besos
Son ráfagas de vida que pasa, Luz, así es.
EliminarBesos