Unas pocas resisten, ya muy secas, minimizadas, encogidas y sin color, se balancean ante el abismo. Como decía el año pasado, los gorriones se toman sus últimas tazas de tila. Alguna bolita queda.
Ayer, una poeta, Luz Del Olmo, me preguntaba si quedaban hojas en los árboles de mi ciudad. Le hablé de mis tilos.
Chopin puede servir de fondo: A minor waltz.
Ya ve, Sor Austringiliana, el temblor de unas pocas hojas resistentes. Escuchemos el vals que no es menor.
María Ángeles Merino
Quedan hojas y alguna rosa congelada en los jardines.
ResponderEliminarLas rosas congeladas son un bellísima espectáculo, nos animan a seguir adelante...
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