La luna miente, a casa y un ratito de lectura, a disfrutar de las mentiras y las verdades de una novela que tenía empezada. Era como si conociera a la falsísima Rosalía de Bringas, en "Tormento" de Galdós, y a su pobre víctima Amparo. Una realidad decimonónica tan diferente a la de ahora. Y tan igual. Igualita igualita.
La magia de la literatura, el gozoso engaño de unos minutos con un libro, las mentiras más verdaderas. Y más reconocibles.
La luna seguía mintiendo.
La luna miente y no es verdad.
Ya ve, Sor Austringiliana, mentiras para decir verdades.
María Ángeles Merino
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