El año avanza. El trigo del trigal sigue su tímido desperezar. Y amarillea. El sol de febrero en el ciprés, mientras duermen las almas soñadoras del día de la resurrección. El cerro oculta a los corzos y a los lobos tal vez. Sueños.
Es febrero loco, Sor Austringiliana. El que sacó a su padre al sol y luego lo apedreó. O lo heló.
Ahora, un rayo de sol. No hay trigal ni ciprés, la ventana y las ventanas.
María Ángeles Merino