domingo, 25 de febrero de 2024

"Un vistazo mas o menos curioso a esas orillas lujuriantes..."

 



Hace poco cayó en mis manos el libro Aquel Burgos sombrío donde fuimos felices del escritor burgalés Jesús Carazo y, a pesar de no  coincidir en el tiempo, yo soy del cincuenta y siete y él del cuarenta y cuatro, conozco y reconozco el Burgos de su recorrido sentimental: la ciudad de la catedral gris casi negra, de los omnipresentes habitos y sotanas con sus largas ceremonias, la de los uniformes ya fueran de oficiales,"chorchis" o milicias aéreas, la del tontódromo del Espolón con encuentros chico- chica en un punto del paseo, el cine de los domingos de estreno o pipero como vía de escape, los baños en el río o en la piscina de los militares los privilegiados, las tiendas de "coloniales", los sombríos colegios de frailes para chicos y de monjas para chicas, las chachas de pueblo, la sanidad de la Casa de Socorro, las barracas en San Pedro, los bares de dudosa higiene, la autoridad que estaba en todas partes...

Fuimos felices, siempre existen luces entre las sombras. Jesús Carazo fue feliz en "Aquel Burgos sombrío", la escritura, la lectura y el teatro de aficionados acudieron en su ayuda, junto a las primeras novias. Fue un niño mimado, al parecer, eso también ayuda.

Y ahora, con un Burgos de colores, ¿con qué nos identificamos los burgaleses? Leemos al escritor: 

"Aunque divide en dos partes la ciudad, el Arlanzón es quizá el río que nos une y apostaría que con él nos identificamos los burgaleses tanto o más que con la Catedral, el Espolón o el Paseo de la Isla. No hay día en que no echemos un vistazo más o menos curioso a esas orillas lujuriantes y a ese lánguido y soñoliento caudal. Sin duda, lo sentimos muy nuestro...".

"Nuestro apacible río exhibía en aquella época dos orillas ralas, amarillentas, que sólo adquirían un aspecto agradable cuando la nieve las cubría. Nada que ver con la arbórea exuberancia de los tiempos presentes..."

(Jesús Carazo en Aquel Burgos sombrío donde fuimos felices)

Así es, paisano, el río Arlanzón nos identifica. Y, como a ti, nos gusta más ahora que antes, cuando estaba pelado, amarillento, era de difícil acceso salvo en algunos tramos, e incluso escondía sorpresas vivas y poco gratas. Solo los chavales más ágiles y atrevidos salvaban el elevado pretil, mi hermano y alguno de sus aguerridos amigotes. 
 

Ya ve, Sor Austringiliana, ahora nuestro paseo favorito tiene lugar bajo los árboles y sin perder de vista el río con sus orillas "lujuriantes": un descanso para la vista, la mente, o el alma si queréis. 

Leemos a Jesús Carazo. El siguiente puede ser "La tentación", caed en ella.


María Ángeles Merino

https://www.jesuscarazo.com/images/portada16.jpg

2 comentarios:

  1. Ya sabes que cuando tenía unos diez años o así, estuve unos días de verano viviendo en Burgos y creo que nunca he olvidado, el río, los árboles y en especial los helados del Paseo de la Isla, por eso, cuando paseo por esas orillas "lujuriantes" y en tu compañía, noto que cada vez que voy, me gusta más, sin olvidar nuestra "Milla eclesiática" para disfrutar de la belleza de su Catedral.

    Sor Austri, me apunto el libro.



    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los árboles y el río, una pintura
      seductora, sin olvidar el helado, la Catedral y la "milla eclesiástica", lo último no figura en las guías de turismo con ese nombre, de momento. Me gusta que te guste.

      Eliminar