Antes, los hombres contaban su "mili" y las mujeres sus partos. En mi caso, ni una cosa ni otra; aunque no me faltarán "batallitas" para aburrir a los jovenzuelos que tengan la paciencia de escucharme.
Y, si llego, me veo contando mi COVID-19. Fue en junio de 2022, leve pero molesto y desagradable. Mocos, dolor de garganta, un poco de fiebre los dos primeros días y apetito caprichoso. Me parece oír la voz de mi hermano: "estás positiva y muy positiva". Cielos, el tan temido monstruo ya está aquí.
El día en que entró el verano se me declaró, a mi madre fue la noche de San Juan. A partir de ahí, como si no tuviera nada; porque tenía que ocuparme de mamá, que lo superó afortunadamente, con tres días de hospital, sin UCI, oxígeno y antibiótico. Con noventa y ocho años, ahora noventa y nueve, es superviviente de una generación muy cribada: alta mortalidad infantil, coletazos de la gripe mal llamada española, guerra incivil, postguerra y ahora pandemia COVID 19.
Ya ve, Sor Austringiliana, en mi caso, y en el de mi madre, no fue para tanto, nos pilló vacunadas, gracias a la Ciencia con mayúscula. Nada que ver con aquellas "pestilencias" de la época de Cervantes, de las que encontramos ecos en el Quijote, desconocidas y sin remedio alguno. Como en el capítulo 1. 19:
"¿Y quién le mató? —preguntó don Quijote.
—Dios, por medio de unas calenturas pestilentes que le dieron —respondió el bachiller."
Lo peor se vivió en aquel confinamiento, con noticias de miles de muertos aquí y en todo el mundo. ¿Recuerda usted aquellos "paisajes de dentro"? . Escribía cosas así:
Salíamos a por lo básico, escopetados y como si algo se nos fuera a caer encima, deprisa deprisa por la calle de toda la vida que de repente se había vuelto extraña y peligrosa.
Ahora nos hemos relajado y cometemos imprudencias, aunque sabemos que no debemos bajar la guardia. Nos queda "mucha nueva normalidad", mucha mascarilla e hidrogel, muchas colas para todo, actividades colectivas pocas y restringidas...Tenemos "mili" para rato.
¿Aprender? Siempre queda alguna enseñanza cuando las pasamos canutas. Y sale a la luz lo mejor y lo peor.
Seguimos aquí.
Ahora nos hemos relajado y cometemos imprudencias, aunque sabemos que no debemos bajar la guardia. Nos queda "mucha nueva normalidad", mucha mascarilla e hidrogel, muchas colas para todo, actividades colectivas pocas y restringidas...Tenemos "mili" para rato.
¿Aprender? Siempre queda alguna enseñanza cuando las pasamos canutas. Y sale a la luz lo mejor y lo peor.
Seguimos aquí.
Y, en 2022, la guerra.
Si llego, podré ejercer de abuelo Cebolleta, narrador de batallitas.
María Ángeles Merino
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