Carlos V desembarcó en Laredo, ya está muy viejo, avejentado, va para Yuste derechito. Muy lejos queda aquel reyecito desembarcado en la aldea de Tazones, el crío al que los comuneros castellanos se le subieron a las barbas.
La gente en la playa se bañaba y se moreneaba. No le daba vueltas a reflexiones como la de Juan del Encina:
'Todos los bienes del mundo pasan presto y su memoria, salvo la fama y la gloria...'.
En Laredo celebran el desembarco con una recreación histórica lúdica de las que se llevan ahora, con el consabido mercado medieval que pasa a renacentista. Carpe diem.
Ya ve, Sor Austringiliana, aprovechemos el día.
María Ángeles Merino
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