El pasado jueves, daba fe de dónde me encontraba y escribía:
"Ahora frente a la imponente y bellísima Escalera Dorada de la Catedral de Burgos, con la profesora Adelaida Sagarra que nos hablará del obispo Juan Rodríguez de Fonseca "El hombre de las decisiones americanas". Decisiones que cambiaron el mundo estuvieron en sus manos."
La exposición de la profesora fue impecable , como nos tiene acostumbrados, en su línea de combatir leyendas negras. Nos acercó a una figura clave, poco conocida de nuestra Historia, desapercibida, incluso delante de la puerta de Pellejería que él mandó construir ahí, a un lado de donde estamos. Desde Fernan González la podéis contemplar, pues la verja suele estar cerrada. Alli tenéis a sus santos patronos, en el episodio de su martirio: los dos Juanes, el Bautista decapitado y el Evangelista al fuego en la olla. Y, en el arco superior, la Gloria con mayúscula: el obispo postrado ante la Virgen y tres ángeles músicos.
Una fachada renacentista y plateresca, obra de Francisco de Colonia, que en 1515 todavía bebía del último gótico, para mayor gloria de Juan Rodríguez de Fonseca: arzobispo y obispo en varias sedes, humanista, político de confianza de los Reyes Católicos, diplomático, financiero, organizador de la política de Indias y de expediciones de la magnitud de la Ruta Especiera que dio en Primera Vuelta al Mundo, la de Magallanes-Elcano, y dos de los viajes de Cristóbal Colón.
La profesora Sagarra nos insinuó que tambien el obispo podía estar presente allí de alguna manera, Tal vez alguien pensó en espíritus, no es mi caso, en una catedral tan unida a sus trabajos, junto a la artística escalera renacentista, obra de Gil de Siloé, que el mismo ordenó levantar para evitar que el pueblo utilizara la Puerta de la Coronería como un atajo desde la parte alta a la parte baja de la ciudad. Sí, y existen actas que hablan de balidos y ruidos de caballerías, suelen contar los guías a los turistas.
Nacido en Toro, pertenecía a una de las familias más ilustres de la Corona de Castilla, de linaje judío y portugués. Era un hombre preparado e influyente, "un audaz de escritorio" como lo define Adelaida Sagarra.
Audaz, muy audaz; pero a la vista del obispo con su "papadita", la doble barbilla, no puedo menos de pensar en los marineros que iban en aquellos barcos, hacinados en un cascarón de nuez, enfermos de escorbuto, con hambre, sed y miseria, sin saber dónde estaban, tal vez planeando la caza de una rata. Existen muchas clases de audacia, no menosprecio la de Fonseca.
Al final de la conferencia, un mexicano manifestó su agradecimiento a la conferenciante por su exposición y su punto de vista respecto al supuesto "perdón" que debería pedir España, no estaba de acuerdo. Adelaida tampoco.
Al salir, una foto y un vistazo a la estrella del cimborrio, desde el crucero, algo que no siempre es posible.
Ya ve, Sor Austringiliana, un obispo tomó decisiones que cambiaron el mundo.
Pero todos los bienes del mundo pasan presto y su memoria. Sí, salvo la fama y la gloria.
María Ángeles Merino
https://www.archiburgos.es/2024/10/08/conferencias-v-centenario-muerte-obispo-rodriguez-fonseca/