El miércoles leía, en el blog La Acequia, la entrada "Huellas de tiza sobre el mostrador", Pedro Ojeda nos anunciaba "Han florecido los rosales silvestres". Y se preguntaba si: "¿Son estas flores aquellas de hace unos años?".
Un día antes, me había acercado a los rosales silvestres, a comprobar si había rosas. Las había, las de la orilla del río Arlanzón, los de la Quinta, las que quedaron para siempre en mi memoria, unidas a aquel mayo con paseo controlado. Descubrí esas rosas caninas, no las conocía, al mismo tiempo que las mostradas por Pedro Ojeda en La Acequia, las de Béjar, poéticamente cantadas y fotografiadas.
Ya ve usted, Sor Austringiliana. Llegó la calma. Todo lo viejo vive en lo nuevo, los rosales de 2020 duermen en los de 2023.
María Ángeles Merino
Cada vez que veo una flor recuerdo la del año anterior y anticipo ya la del próximo, con la esperanza de vivir para verla.
ResponderEliminarSi nos dan esperanza, benditas flores. Y bellas.
ResponderEliminarSor Austri, no lo va a creer, pero en este junio de Pardilla, en mis paseos cotidianos, he encontrado los rosales que no tienen olor en sus rosas blancas y rosas. Por aquí, están en plena floración. Ahí, supongo que todavía siguen en su crecimiento, aunque ya haya pasado casi un mes desde que escribió esta entrada.
ResponderEliminarDisfrutemos los paseos que nos brinda nuestra Tierra.
Toque de tocas
La sor Pardilla