Esta mañana la cigüeña vigilaba a su cigoñino, en las ruinas de un convento que, dicen, conoció a Francisco de Asís. La hermana cigüeña en su nido, sin duda disfrutaba del sol y de la mañana fría y azul. A ver si el pequeño se decide y echa a volar. Espero que esos extraños seres de ahí abajo se olviden de mí. Parece que miran. Cuidado.
María Ángeles Merino
En una primera y apresurada lectura leí que estas aves conocieron al santo. ¿Por qué no?
ResponderEliminarTodo es posible con la literatura. Tal vez las tataratatara nietas de estas.
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