La bruja de Cernégula nos invita a escribir nuestro deseo.
Muchos dirán que no existen, ni han existido nunca, las brujas de Cernégula. Leyendas, habladurías, pero tal vez lo lógico y evidente solo es nuestra propia sensata miopía.
Y recordé una historia que alguien me contó, cuando en una carretera secundaria recogí para acercar a la capital a alguien que hacia auto stop y, ante mi sorna por el nombre del lugar donde encontre al ahora viandante, pues su coche yacía averiado, muy serio me contó:
"En una época oscura, donde magos, brujas alquimistas y nigromantes estaban en guerra, se buscaban filtros poderosos para tomar ventaja.
Los alquimistas destilaban blanca luz de luna blanca.
Las brujas y nigromantes tomaban la más negra noche, confeccionando pergaminos de oscuridad perfecta donde escribir sus conjuros.
Y se dice, se cuenta, que las brujas, antes de sus aquelarres de luna llena, enviaban a tres de las más poderosas, siempre en la creciente luna.
Dicho triunvirato juntaba sus negros pergaminos y escribía en un abracadabrante lengua el poderosísimo hechizo de ocultación.
Y así al llegar el resto de compañeras e iniciar sus rituales no ser descubiertas, pues tal hechizo convertía la más plateada luz en la oscuridad más profunda.
Han pasado cientos de años, eones, y sabemos de ciertos lugares donde rumores casi susurros nos hablan de reuniones de brujas y nigromantes.
Pero apenas encontramos vestigios o pistas, han pasado siglos, pero tal vez y solo tal vez el hechizo de ocultación aún está ahí.
Y si aún creemos que son leyendas, alguien con una sonrisa irónica nos dira "si son cuentos y patrañas".
Mientras, la luna dulcemente en algunas lagunas se baña y su tenue luz muestra la misma pícara mueca.
(Agustín Merino)
Recogido por María Ángeles Merino.
Escuchamos la Sinfonía fantástica de Berlioz.
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