Buscaba las violetas en el Parque de la Isla, me escribió Laura Mediavilla Martín que ya habían llegado, y las encontré junto a la sequoia gigante. Lo más pequeño vive junto a lo más grande, no lo vemos sin los ojos de ver, que no siempre llevamos puestos. Y conocemos personas que son las mejores gafas.
Ahí aguardan todavía las resecas hojas del otoño, junto a las pimpantes violetitas heraldos de primavera. Por la Isla pasean los jubilados y juegan los niños.
Ya ve, Sor Austringiliana, cosas diminutas y gigantes.
María Ángeles Merino
Por aquí, también parece que van apareciendo, esas florecillas azules y moradas, que florecen cuando no florece nada, aunque esto no sea del todo cierto, pues los dientes de león, y las flores amarillas, que no sé su nombre, hace tiempo que andan recibiendo, los rayos del sol
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El tiempo de las violetas es el de la prisa por la primavera.
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