Duele abril en los trigales.
Que en verde el sol despereza.
Beso de cálida verde boca que en olas estremece.
Al azul lejano que suspira las añoranzas presas en tus verdes espigas.
Cuánto mar cabe en las manos de orar del caminante.
Cuánta sed aliviaron las enrramadas sombras de altivos chopos.
Vuelve a doler abril en la segunda bocanada que agita el cielo.
Promesa de pan blanco promesa de saciar la hambrienta rueda del molinar casi olvidado.
Promesa tras promesa.
Vuelve a doler el verde, vuelve el canto del arroyo.
Y en esta segunda plegaria se santigua el caminante ante el crucero que rompe los caminos.
Y suena la herida del hierro sobre la piedra.
En forma arcana lengua.
Gloria in excelsis Deo
Agustín Merino
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