Porque Pedro Ojeda nos pintaba un azul de cielo que dialogaba con un azul de la sierra. Y nos ofrecía un relato de dos amigos que pisaban nieve crujiente y escuchaban la música del silencio y el graznido de un águila. A nosotros, florentinos del coronavirus, refugiados tras las ventanas.
Gracias. Un día más.
Ya ve, Sor Austringiliana, el día a día de la primavera del coronavirus.
Estos florentinos se confinaron pero bien divertidos...
ResponderEliminarSor Austringiliana ¿qué hace vuestra reverencia con este libro tan pecaminoso? Cuidadin, cuidadín. La verdad que yo recuerdo haberlo empezado a leer y no continuar. Se me hacía pesado
ResponderEliminarToque de tocas de la sor Pardilla