Es la foto de mi último paseo antes del confinamiento. Tan normal, tan corriente: dar un paseo por el parque, ver pasar las aguas del río, mirar las flores, escuchar a los pájaros, leer al sol sentada en un banco o andando, un café o una cerveza en una terraza, andar y charlar en compañía, entrar en la librería o en la biblioteca a escoger un libro, desayunar o merendar en las cafeterías del barrio con mi hermano y mi sobrina, asistir a una conferencia, ver una exposición, ir a la universidad de los mayores, al club de lectura...Poca cosa, el lujo que ahora añoro.
Ya ve, Sor Austringiliana, decía que mi vida era un circuito cerrado.
María Ángeles Merino
Volverás a tener días como éste. Y, entonces, valoraremos las cosas sencillas.
ResponderEliminarVisto desde ahora, no, no es poca cosa Sor Austringilian, lo es todo, porque es la propia vida.
ResponderEliminarPor desgracia, no sabemos apreciar lo que tenemos, hasta que lo perdemos.
Seguimos enclaustradas y ¡ojalá pase pronto esta pesadilla!
Toque de tocas.
La sor Pardilla