Llora cuanto quieras
sobre mi hombro,
desahógate,
cuenta conmigo
para lo que te haga falta.
Pero no te equivoques,
no soy mejor que él:
le envidio
cada una
de tus lágrimas.
(Karmelo C. Iribarren)
Tomado de El amor, ese viejo néon. Página 60 "El amigo".
(Primera edición marzo de 2017. Aguilar. Penguin Random House Grupo Editorial S.A.U.)
Llegara la luna llena y tu cara se llenará de lágrimas de plata viva.
Cuéntale a ella algo que no sepa.
Mientras al mar caminas.
En su orilla, descalza sobre sus arenas desahógate hasta desbordar las mareas.
No mires hacia las estrellas, no soy mejor que el mar y ni que la luna.
Quiero mías todas tus lágrimas.
Las quiero todas, y no tengo ninguna.
Ninguna tiene mi nombre, el nombre olvidado que ni siquiera recuerdas cuando llegan las olas sobre las rocas de tu mar sedientas de espumas blancas.
No me mires, no son por mí tus lágrimas.
Pero si persistes en abrazarme, pondré una rosa de mar alada en cada una de tus lagrimas.
(Agustín Merino)
Después de leer los dos poemas, se me ha ocurrido este haiku que aquí lo dejo:
ResponderEliminarAgua del agua,
son lágrimas vertidas
siempre en el mar.
Luz del Olmo
Nunca el mar mezclará las lagrimas
EliminarUn pacto con la memoria y con los ojos que en el confiaron