Veranillo de San Miguel.
La tierra se airea y muestra su desnudez. Es el veranillo de San Miguel, con sol y cielo azul. El palomar, la tapia y el ciprés. El cerro y los terrones grises.
Aquí estoy, Sor Austringiliana, frente a un paisaje que hice mío, un día en que convoqué a la niebla de la memoria.
En Palacios de Benaver, un pueblito del páramo burgalés, junto al monasterio benedictino de San Salvador.
María Ángeles Merino estuvo allí. Sigue abierta la convocatoria.
Qué buen lugar para que le pille a uno cualquier veranillo...
ResponderEliminarUn buen lugar para escapar cualquier veranillo.
ResponderEliminarSeguro que merendasteis con buen café (o té) y mejores pastas, mientras el sol iba cayendo.
ResponderEliminarBuenos días. Vuestras reverencia no olvida y de vez en cuando visita el lugar donde se encuentra el convento donde nos conocimos, aunque nuestra amistad, permítame que se lo diga, viene ya de lejos. Y así es que los lugares donde fuimos felices, nunca los olvidamos y siempre volvemos a ellos, porque estos paisajes de llanura castellana, tanto a su reverencia como a mi humilde persona, nos conmueven y emocionan de una manera especial y más si tenemos el veranillo llamado de San Miguel, aunque ese día también se celebra a San Rafael y San Gabriel, ya sabe, lo tres arcángeles de Dios.
ResponderEliminarUn toque de tocas porque para mí, aunque sor Austringiliana se quedó perdida ya en los canalículos ( no recuerdo como lo escribíamos) me gusta hacer de esta que lo es
La sor Pardilla
No lo olvidamos, amiga.
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