Un día desde el corazón, mi padre quiso volver sobre un tiempo en el que la
dureza de la vida en la España que le tocó vivir no le permitió
disfrutar.
Y empezó el viaje de su vida hacia atrás y le llevó al Burgos que fue y,
cómo no, quiso saber más y más allá de sus vivencias e indagó e investigó en
diferentes archivos y, una vez destilado en el alambique de unos ojos
desgastados, cada gota producida se publicó en el Diario de Burgos.
Cuando las gotas desbordaron las recogió en un cuenco al que llamó libro. Y
tal vez su niñez pérdida regresó, e hizo tomar prestada de Verne la mágica
cifra de 24.000, "24.000 días en Burgos" .
Instrucciones de uso:
Tómese el cuenco, con ambas manos, en señal de amor y respeto.
Bébase a sorbos, en ese dulzor tibio del pasado.
Si sigue las indicaciones, será arrebatado por la magia y se sumergirá en él
y puede que hasta logre reconocerse en alguna de las vetusta fotos que le
ilustran.
Decídase y sentirá la ponzoña de unos tiempos pretéritos que nos hacen
sonreír, pero que en ningún caso, por más amor que rezumen de las manos del,
autor, han sido mejores.
(Agustín Merino hijo)